Capitulo V
El joven no podía concentrarse, pensaba en ella continuamente... Digamos que no sabía expresarse allí perdido, en tan poco espacio con tantas voces sin mente a su alrededor. “No soy nadie, no soy libre porque no puedo expresarme, ¡No puede el sentimiento romper la membrana citoconvencionalista! Soy un preso de mí mismo” Y miraba hacia otro lado ausente de todo lugar, miraba hacia la ventana y dejaba de escuchar durante segundos, minutos, e incluso horas la monótona y repetitiva voz del profesor. Observaba como las nubes se abrían y se cerraban formando cúpulas doradas, cúpulas grisáceas, mientras un ave entonaba la idílica visión con connotaciones objetivas a su imaginación; allá en el cielo, millones de formas albergaban la mente de su amada, aparecía ella, desaparecía y volvía a resurgir en un maravilloso estado de frenesí; mientras tanto notaba como su cuerpo se elevaba, y observaba como todo iba adquiriendo tonalidades cálidas, el cielo se abría poco a poco liberando millones de haces de luces y el joven observaba la figura de ella... cabalgando en su esplendor de su luminosidad inmaculada. Sentía algo extraño, fuera del lugar entre aquella maravillosa visión, palpitaciones, nerviosismo incontrolado; se giró y vio le dedo que le apuntaba cual espada amenazante cuyo punto inicial del vector dedo era la cara del profesor, y escuchó: “Contesta, joven...” De nuevo se repetía la visión del caballo blanco cabalgando sobre al noche frente al acantilado ene l que se suicidó tanto tiempo atrás junto al mar, las olas volvían a romper con furia en su marítima orgía, invitándole a reunirse con ella; la tormenta en el cielo iluminaba la noche lluviosa, su sonido, su luz, su inmensidad entonado al oscuro miserere de la eternidad; mientras en la lejanía de la mas, se escuchaba el histérico relinchar de los caballos tullidos arrojados al mar bravío desde el oscuro navío de la mentalidad. Allí, perdido en aquel espacio tan pequeño que es la mente y tan grande que es el sentimiento, se encontraba el joven atormentándose por al lucha entre su razón y su sentimiento, mirando a las caltas cumbres que eran las paredes, mirando al horrible resplandor que era la luz del fluorescente artificial, evadiendo al sonido, el único sonido perceptible en aquel desolado paraje que es la monótona palabra del profesor. Sin advertirlo se encontraba de nuevo fuera de todo lugar, palpitaciones, con la velocidad de reacción de una chancla; ¿Qué está pasando? De repente ese único sonido perceptible se convertía en gran estrépito cuando las voces sin mente se activaban, el joven volvía a girar la cabeza... “¡¡¡ CONTESTA A LA PREGUNTA!!!”.
*(Todo el capitulo acontece durante tan solo 3 segundos, aunque no lo parezca, ya que la mayor parte de este transcurre en al mente del protagonista)
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